El asesinato de Margarita Basaldua (I)

 

 

Sábado 12 de junio de 1926. Laudio/Llodio.

 

Ya las sombras de una tarde gris y lluviosa se fundían con la oscuridad propia de una noche nublada cuando el joven Agustín Ainz vio a dos mujeres en la plaza del pueblo con sus burros y las cantinas en las que llevaban la leche que ambas solían vender, no siempre juntas, por las casas del lugar entre las 7 y las 9 de la tarde. Una era apenas una muchacha de 16 años llamada Dolores Zaballa Fica. La otra había cumplido 28 el día anterior, se llamaba Margarita Basualdo Uribarri y era muy conocida en el pueblo.

Mientras caía la noche las dos mujeres tomaron el camino hacia sus respectivos caseríos, que estaban muy próximos uno del otro, en Goienuri[1]. Sobre las diez de la noche llegaron a las casas de Ibarra, donde se separaban sus respectivos caminos. Habitualmente, el suegro o la criada se acercaban hasta el lugar para esperar a Margarita y acompañarla a Goiri-goitia[2]; sin embargo, nadie acudió aquel día, lo que no extrañó a la joven Dolores, ya que sabía que sus vecinos tenían mucho trabajo aquellos días. Como todos en Goienuri, ella también sabía que a Margarita la esperaban porque tenía miedo, aunque nunca le había explicado por qué, y por ello habían convenido en chocar las cantinas al llegar a casa como forma de aviso de que estaban sanas y salvas.

Dolores se desvió hacia la izquierda de la carretera hacia su caserío de Elexagoiti[3]. Era un trayecto corto, por lo que no hacía mucho tiempo que se habían separado cuando, aún antes de entrar en la casa, oyó unos gritos o quejidos a los que no dio mayor importancia al creer que habían sido producidos por algún niño en las inmediaciones. Al parecer, chocó las cantinas pero su repique se perdió en la lluvia y la niebla.

Mientras, en Goiri-goitia comenzaron a preocuparse por la tardanza de la mujer y la criada, una expósita adolescente que habían acogido, salió en su busca. No tardó en encontrar el burro cerca de la casa y a la luz de un farol buscó a su ama hasta que la encontró tendida en el suelo en un recodo de la estrada que de la carretera llevaba a la casa, en una especie de plazoleta. Eran algo más de las diez.

Asustada, Micaela regresó a casa y avisó al marido de Margarita, Manuel Larrazabal, que fue al lugar de los hechos y recogió el cuerpo de su esposa sin darse cuenta en un principio de que tenía la cabeza destrozada y estaba muerta. A Manuel le flaquearon las fuerzas y se desmayó.

 

Esta es una historia que reune todos los ingredientes de la historia negra del mundo rural y que refleja fielmente las actitudes y pensamientos de sus habitantes en cuanto a los comportamientos sociales. Nos encontramos ante una serie de familias unidas en ocasiones por relaciones de parentesco pero frecuentemente enemistadas por cuestiones relacionadas con el ganado, las tierras, etc. El honor y la reputación en la sociedad eran de enorme importancia y los noviazgos y matrimonios se resolvían en el marco de las estrategias familiares.

 

LOS PROTAGONISTAS

 

En 1926 la economía del valle de Laudio/Llodio se había modernizado de forma muy tímida. Había alguna fábrica, destacando La Cerámica sobre todas las demás, pero aún no se había producido una transformación socioeconómica significativa. Sin embargo, los cambios que desde décadas atrás se venían produciendo en Bilbao y su entorno también habían tenido sus repercusiones en el valle alavés. De este modo, no eran pocos los que trabajaban en la industria de este lugar, los que tenían familia en Bilbao y la Margen Izquierda, o incluso en el Bajo Nervión. Muchos habían emigrado. Pero los cambios se habían hecho notar sobre todo en lo social y lo cultural: nuevos aires de modernidad llegaban a la localidad, que fue desarrollando una zona central de casas habitadas tanto por obreros y jornaleros como por comerciantes, artesanos, propietarios, profesionales, élites, etc., desvinculados de la actividad agropecuaria.

En todo caso, el mundo agrario seguía teniendo un gran peso en Laudio/Llodio. En las últimas décadas la cría de ganado había ido adquiriendo importancia para el abastecimiento de la población local y comarcal que vivía de una renta o de jornal, y que necesitaba de productos que se obtenían en los caseríos, como la leche. Es así que las mujeres del entorno rural “iban a Llodio” a vender leche, como la protagonista de nuestra historia.

Margarita Basaldua Uribarri era natural de Orozko y se trasladó a Laudio/Llodio para servir en casa de Gregoria Ibarreche. En aquel entonces, la joven tuvo dos pretendientes pertenecientes a dos familias de Goienuri, que vivían casi una al lado de la otra, pero entre las cuales había viejas rencillas y enemistades por cuestiones de ganado.

Juan Manterola Magrach (1895) vivía en el caserío Larrabe, cuya familia no gozaba de buena reputación, las mujeres no menos que los hombres. De su madre Josefa Magrach Arandia (Arrankudiaga, 1860) se contaba que salía a asaltar en los caminos vestida de hombre y que era capaz de cualquier cosa. La mayoría de sus vecinos lo tenían por un hombre trabajador y buen hijo, ya que manejaba la hacienda, tenía una cantera en arriendo y, por si fuera poco, todo lo que ganaba como acordeonista tocando en las romerías de la zona lo entregaba a sus padres, pero no es menos cierto que tenía fama de provocador y pendenciero. En el momento de los hechos aún arrastraba las secuelas de los navajazos que le propinó un tal Apraiz. Varios miembros de la familia habían pasado por la cárcel incluido el padre, Juan Cruz Manterola Luja, que llevaba nueve años imposibilitado en la cama y, de hecho, murió poco después de los hechos.

Por su parte, el otro pretendiente fue Manuel Larrazabal Uria (1895), del caserío Goiri-goitia, a unos 100 metros al sur del anterior, cuya familia sí gozaba de buena reputación en el valle. Algunos consideraron que Manuel era un “coitao”, un inocentón sin genio ni carácter, pero otros lo veían como un hombre prudente y sensato. En todo caso, gozaba de buen predicamento en el valle a pesar de estar enemistado con sus hermanos por, cómo no, cuestiones relacionadas con el ganado de la casa. En definitiva, no es de extrañar que Gregoria Ibarreche aconsejara a Margarita que optase por Manuel y así lo hizo, formando lo que todos los testigos consideraron como un matrimonio dichoso.

La rivalidad por la mano de Margarita no fue el único motivo que alentó el resentimiento de los Manterola con los de Goiri-goitia, ya que unos años después fueron “agraviados” de nuevo.

Aquí entra en juego otra familia más, los Urquijo del caserío Goiri-beitia. Aunque ya estaban previamente enemistados con los de Larrabe, ello no impidió que Eustaquio Urquijo Ussia (1893) estableciera un noviazgo –entendido en el sentido que a dicho término se daba en aquella época….muy lejos del actual- con Toribia Manterola Magrach (1899).

Pero, dada la enemistad existente entre ellos y quizá también la diferencia entre las capacidades económicas de una y otra familia –siempre teniendo en cuenta que hablamos de familias de labradores propietarios, por lo que aquella no debía ser muy grande-, el padre, Bernabé Urquijo Garrastachu, se opuso a la relación. Ello, unido al presunto cáracter mujeriego y díscolo de Eustaquio, poco sujeto a la disciplina horaria del padre, desembocó en una discusión tras la cual ambos rompieron relaciones y abandonaron el caserío cada uno por su lado. A finales de 1925 la relación de Eustaquio y Toribia llegó a su fin y aquel pasó a pretender a Prudencia Basaldua Uribarri, hermana de Margarita, con quien en realidad ya había establecido contacto antes de romper con Toribia.

Margarita fomentó aquella relación ya que los Urquijo “ocupaban una posición desahogada entre los de su clase”. El domingo 13 de junio, día de San Antonio, había romería en Santa Lucía y los de Goiri-goitia irían junto a Eustaquio, que se había afincado en Bilbao, a comer juntos en la fiesta para tratar de la futura boda. Pero los planes quedaron en agua de borrajas cuando, la noche del día 12, Margarita Basaldua fue asesinada a escasos metros de su casa.

 

Segunda parte

 

 

[1] En los textos de prensa originales figura varias veces como “Goyénuri”

[2] Aparece también como “Goiri-arriba”, incluso en párrafos sucesivos

[3] Figura siempre como Lesagoiti excepto en las alegaciones del abogado defensor, que se cita tal cual: Elexagoiti

4 comentarios en “El asesinato de Margarita Basaldua (I)

  1. Aúpa Aketza: Quiero agradecerte el detalle de recibir periódicamente todas tus investigaciones sobre nuestra comarca, las cuales las encuentro muy interesantes y contagiosas, por lo que espero seguir disfrutando de ellas gracias a tu delicadeza. Eskerrik asko.

    También te diré, que tal como me informaste, ya he adquirido en la librería de mi sobrina Arantza tu libro «15 Años- las guerras del siglo XIX», el cual le encuentro muy interesante y revelador de lo mucho que supusieron esas guerras en las vidas de nuestros convecinos y de las economías de nuestra comarca. Conozco las estrecheces económicas que hubo de soportar el Consistorio orduñes para hacer frente a las exigencias económicas y de abastecimientos para el sostenimientos de tantos ejércitos enfrentados. Espero que con la lectura de tu libro, pueda ampliar un poco más los detalles de aquellas épocas tan conflictivas.

    Nada más, solo darte mi enhorabuena y animarte a que sigas en esta interesante batalla de investigación histórica. Un saludo.

    Xabier Egiluz.

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